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Articles de Toni Rubio (AVAMET) al diari Levante EMV
Gamboalcoi:
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Érase una vez la afición a la meteorología en la C. Valenciana
11.05.2014 | 01:04
ANTONI RUBIO Más de cien años hace que nos llegó y germinó cual vigoroso retoño la inquietud por la ciencia de la atmósfera en nuestro idílico rincón del Mediterráneo. E irrumpió con fuerza; tanto es así, que el hidalgo Manuel Iranzo, ayudado por la colaboración altruista de decenas de observadores de la temperie y también por la revolucionaria tecnología del telégrafo, fundó el Servicio Meteorológico de Levante. Fue en una época de gran efervescencia por la curiosidad científica, mientras la meteorología daba en el mundo sus primeros y tímidos pasos como rama atmosférica de la física.
La historia siguió su curso y tristemente el legado de Manuel Iranzo se encontraba dando sus últimos estertores de vida, cuando como una brisa fresca en agosto llegó la era de internet. Como en su día ocurrió con el telégrafo, la mejora en la comunicación entre quienes sienten una curiosidad innata por los fenómenos atmosféricos ha sido la que ha permitido el reverdecer de las inquietudes por la observación y por la ciencia meteorológica fuera de niveles estrictamente profesionales. Fue en los foros de internet donde se gestó el embrión de lo que actualmente es Avamet. El asociacionismo de aficionados a la meteorología nace por la necesidad de sus componentes de sentirse como algo más que un grupo de amigos con una afición curiosa que intercambian impresiones por internet. Todo el capital humano y conocimiento de nuestro entorno es lo que tratamos de compartir y poner en valor en la asociación; en resumidas cuentas, todo esto fue lo que trató de impulsar nuestro ya desaparecido amigo Josep Peinado cuando dio los primeros pasos para el nacimiento de esta asociación.
Hoy en día, y pese a los tiempos que corren, somos más de 65 socios repartidos por la geografía valenciana, los cuales aportamos nuestra pasión por la meteorología, sirviendo de ayuda y soporte desinteresado a todos aquellos que necesiten de nuestra colaboración, tanto para el sector profesional como para el aficionado. Disponemos de una red de estaciones online de más 45 observatorios, cuatro de los cuales situados en puntos de meteorología crítica, y todo ello gracias al esfuerzo de nuestros socios.
La historia no ha hecho nada más que comenzar. ¿Te apuntas a vivirla con nosotros?.
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Enamorándonos de la meteorología
19.05.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Resultará difícil de creer para quienes sólo visitan esta página del periódico para averiguar si hay vía libre para llevar a cabo cualquier actividad a la intemperie, pero la meteorología puede dar de sí mucho más de lo que en un principio puede parecer, hasta el punto de llegar a sustentar una afición que cada vez congrega más entusiastas seguidores a lo largo de toda la geografía ibérica.
La chispa que enciende la afición por la meteorología normalmente suele llegar en la niñez y en unas circunstancias que se pierden tan atrás en nuestros recuerdos que pocos sabemos decir exactamente como empezó todo. Pese a ello me aventuraré a encontrar en el lodazal de tan pantanoso terreno la explicación de porqué la semilla del aficionado a la meteorología comienza a echar raíces a tan corta edad. Cuando se es niño la curiosidad rebosa por los cuatro costados y nos sentimos fuertemente atraídos por todo lo que nos rodea, de manera que si estamos en contacto con la naturaleza y su temperie es muy fácil que en nuestro corazoncito brote un sentimiento fuerte de vínculo hacia todo aquello que más nos llama la atención. Se trata de un mundo nuevo; en el que si aún no nos han adoctrinado con los temores de que las tormentas con sus flashes violáceos son algo malo, las olas grandes en el mar no son algo destructivo o la lluvia intensa causa inundaciones, la percepción in situ de todo esto nos puede llegar a parecer fascinante.
La madurez en esta afición se alcanza cuando entiendes que por mucho que quieras cambiar el transcurso de la historia meteorológica nunca lo vas a poder lograr, entonces no hay ni buenos ni malos en esta película, solo hay acontecimientos divertidos y aburridos. Sequías como la actual son un ejemplo de esto último, una especie de prueba de fidelidad. Y es que nos hacen sufrir a los aficionados tanto o más que a la naturaleza: meses y meses con un horizonte siempre bajo el mismo sol, siempre azotando los mismos vientos resecos capaces de agostarlo todo. Pero cuando estás enamorado de la meteorología nunca se marchitan las esperanzas de poder revivir algún día aquel episodio de tormenta de increíbles formaciones nubosas, que fue capaz de conmoverte hasta el último rincón del alma y que te cautivó para siempre.
Te podrá parecer una locura, pero, ¿qué enamoramiento no lo es?.
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Sobre tormentas y predicción meteorológica
27.05.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Difícil, esa es la primera palabra que me viene a la cabeza para definir el enorme reto que supone para el hombre del tiempo dar su parte en los días en los que existe riesgo de este fenómeno meteorológico. En una era de grandes avances tecnológicos, en la que cada día las noticias nos sorprenden con un nuevo avance revolucionario, resulta chocante ver como no son pocos los episodios tormentosos en los que los modelos numéricos, que usamos quienes predecimos el tiempo, siembran más dudas que ayudan a concretar un pronóstico. Pero, ¿hasta que punto le podemos pedir a un modelo meteorológico, y al predictor que lo interpreta, que escrute el tiempo que nos espera?
Sin irnos muy lejos, valga como ejemplo para darnos cuenta de la dificultad que entraña, lo acaecido el pasado domingo en las comarcas del interior norte de Castelló y los avisos que se dieron. En poco más de una hora cayeron en Vilafranca del Cid 110,5 mm, con un manto de granizo de más de un palmo de grosor. Mientras, a solo 11 km de distancia, en la aledaña población de Portell de Morella; donde AVAMET ha instalado recientemente una estación meteorológica, sólo se registraron unos pírricos 4.6 mm en toda la jornada. Para esta situación la predicción de los profesionales de Aemet, que son de referencia en nuestro entorno, había concluido en poner para dicha área un aviso amarillo por riesgo de fenómenos tormentosos, „el que conlleva fenómenos menos importantes según su escala„ dicha predicción estaba basada en sus modelos privados; que son considerados de los mejores modelos de predicción numérica que existen. Pues bien, según cualquiera de los habitantes de estas dos poblaciones dicha predicción de aviso estuvo mal hecha... ¡y en diferentes sentidos! Porque en un lugar a penas llovió y en el otro registraron su record absoluto de precipitación fuera de la estación otoñal. El desconocimiento del gran público, sobre las limitaciones de los modelos en los que se basan las predicciones meteorológicas, nos ha hecho granjear a los hombres del tiempo una mala fama de desaciertos que se puede llegar a entender, pero que en ningún caso se puede considerar justa. Puesto que, si bien es cierto que con las tormentas nunca se acierta del todo para un punto en concreto, tampoco lo es menos que; dada la materia prima que ampara nuestro pronóstico, en estas situaciones tan locales es prácticamente imposible afinar la previsión del tiempo hasta el punto de contentar a todos. Pero, ¿acaso no es esta incerteza una de las cosas que hace de la meteorología una ciencia fascinante?.
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Polvo de diamante en la Antártida
12.06.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Se podría tratar de un reclamo para cazafortunas al estilo de la fiebre del oro del siglo XIX en EEUU, pero nada más lejos de la realidad, no hay equívoco alguno en la ubicación de esta columna, la Antártida es una caja de sorpresas tanto meteorológicas como climatológicas y este es un ejemplo más. Pero antes de abrir la caja y explicar en que consiste el polvo de diamante permítanme que les acerque una breve reseña de las peculiaridades de este continente, que magistralmente nos explicara Manuel Bañón -11 veces expedicionario-, el pasado sábado, en las jornadas divulgativas que organizamos desde AVAMET en colaboración con Aemet.
La Antártida es el continente menos influenciado por el hombre, y para así preservarlo su legislación es especial, puesto que no pertenece a ningún país en concreto y actualmente no existe ningún tipo de disputa colonialista como ocurre en el Polo Norte. Dichas leyes implican que no puede quedar residuo humano alguno, de ningún tipo, en todo el continente. Pese a ello, la influencia de la civilización en el clima antártico es un hecho, la tendencia hacia un calentamiento en la península está constatada por diversos estudios, mientras que se observa un cierto enfriamiento en los confines más remotos del continente. Pero el devenir anual de la temperie Antártica también puede dar mucho de si, se trata del continente con menores precipitaciones del planeta: en su centro se estima que solo se recogen 7mm de precipitación al año, en las zonas periféricas; donde los vientos catabáticos descienden encajonados por los valles que bajan de la meseta helada, se alcanzan velocidades medias del viento de entre 150 y 200km/h durante semanas. Y además, ostenta el record de temperatura mínima del planeta, con los -89.2ºC que medidos en la base Vostok en el año 1983.
Como ocurre con el mineral, el polvo de diamante como fenómeno meteorológico también depende de unas condiciones muy especiales para su formación. Es por esto que solo se puede observar en los círculos polares norte y sur o en zonas cercanas. Donde aunque el contenido de humedad del aire no sea extraordinariamente elevado, la temperatura del aire es tan baja que de forma espontánea se produce una sublimación de hielo y parte del exiguo vapor de agua del ambiente se transforma en cristalitos de hielo. El polvo de diamante es el único fenómeno meteorológico de precipitación que se puede dar con el cielo completamente limpio de nubes, y ello implica que sea un espectáculo fascinante cuando la luz del sol se refleja en los cristales de hielo mientras caen lentamente al suelo. Un verdadero tesoro de la naturaleza, ¿no les parece?.
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¿Está la figura del hombre del tiempo en peligro de extinción? (I)
20.06.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Desde siempre la información del tiempo que ha llegado al público en general ha sido elaborada, de una u otra manera, por meteorólogos especializados en predicción meteorológica. Su tarea no ha sido otra que consultar los diferentes modelos meteorológicos y a partir de ellos dar un parte de acuerdo con su criterio y experiencia, y esto desde que existen dichos modelos, porque en la época de Mariano Medina el trabajo era mucho más arduo, ya que a partir de unas pocas imágenes de satélite y las observaciones de colaboradores se elaboraban los pronósticos para el día siguiente. En todo ello se puede observar una evolución temporal en la que paulatinamente el papel del profesional va perdiendo protagonismo frente a los aportes que van llegando a la evolución científica y tecnológica. El último paso de dicha evolución está en las aplicaciones de predicción meteorológica para móvil, las cuales no necesitan en absoluto de un meteorólogo para funcionar, ya que recogen la información directamente del modelo y la introducen en la aplicación para que este disponible para el cliente para su consulta.
Se ve bien a las claras lo que nos espera para un futuro, no muy lejano, cuando echamos un vistazo a lo que ocurre en el mercado laboral en el entorno de la meteorología. Tanto las empresas privadas, como los servicios meteorológicos y en menor medida los medios de comunicación, están demandando –en las escasas plazas u ofertas que se dan a conocer-, unos conocimientos que distan mucho de lo que cabría esperar. Así que, lejos, muy lejos quedan los tiempos cuando se priorizaba el conocimiento del entorno y las aptitudes para interpretar mapas isobáricos. Con ello las carreras más descriptivas y vocacionales, pero menos técnicas, como Geografía o Ciencias Ambientales, que daban acceso a este mundillo, se han relegado al olvido más absoluto. Incluso aquellos físicos de la atmósfera, en cuyo currículum se carece de aptitudes de programación informática, se ven sometidos a un hercúleo esfuerzo para encontrar un trabajo relacionado con la meteorología. En cambio, está cada vez más demandado un amplio colectivo de carreras técnicas, en cuyos programas de estudio la adquisición de conocimientos sobre la atmósfera brilla por su ausencia; pero tienen la capacidad para llevar a cabo aplicaciones que en gran parte sustituyen, basándose en los últimos modelos meteorológicos, el trabajo del hombre del tiempo o el meteorólogo predictor.
La evolución sigue su curso, pero actualmente, como ocurre con el lince Ibérico, la figura del hombre del tiempo de antaño; con su experiencia y conocimientos, además de la vocación inherente por la meteorología que se exigía al mismo, se encuentra en grave peligro de extinción. En una próxima entrega, la semana que viene, se abordaran las consecuencias que en el ecosistema del mundillo meteorológico puede ocasionar su desaparición en la práctica.
Gamboalcoi:
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¿Está la figura del hombre del tiempo en peligro de extinción? (2)
01.07.2014 | 12:44
ANTONI RUBIO Hace una semana, en la primera parte de este artículo, se comentaba que la evolución tecnológica también ha llegado al mundillo de la meteorología y que, viendo la oferta laboral al respecto, en un futuro próximo la figura del hombre del tiempo podría estar en peligro de extinción, cual lince en la península Ibérica. Como ocurre en la naturaleza, si una especie no se adapta puede desaparecer, y hoy en día, muchos de los jóvenes aspirantes por vocación a ejercer como hombre del tiempo, están cayendo en la cuenta de que, las puertas para acceder al mundillo de la meteorología sólo se abren con conocimientos avanzados de lenguajes de programación informática. Además, una vez flanqueada esa primera barrera, el trabajo poco tiene que ver con la predicción del tiempo tradicional, ya que el criterio humano en la predicción diaria va contando cada vez menos. No obstante, ¿podemos permitirnos el lujo de hacer desaparecer el factor humano en la predicción meteorológica?
Hasta que no llegue el momento en el que la meteorología sea considerada una ciencia exacta, en la que los modelos de tipo determinista sean capaces de dar un pronóstico fidedigno de las condiciones meteorológicas a una semana vista, el papel del factor humano se hace fundamental a la hora de interpretar aquello que muestran distintos modelos de predicción numérica; que por si solos, ni con el mejor informático programador del mundo, son capaces de afinar un pronóstico al detalle como un hombre del tiempo experto del lugar que se requiera. De hecho, es en muchas ocasiones esta propia tecnología, la que lleva a confusión tanto al meteorólogo, quién debe discernir a partir de su experiencia entre las varias opciones que se le plantean; como a la gente de a pie, que consulta las distintas aplicaciones para móvil. Así pues, en muchas ocasiones, es la propia tecnología la que introduce el famoso error de predicción del hombre del tiempo. Y, hoy en día, ¿quién da la cara ante esas eventualidades? Piénsenlo un poco..., efectivamente, la culpa es para el hombre del tiempo, que nunca acierta.
Si eliminamos el factor humano, no solo se estará echando a perder la experiencia de predicción acumulada por los hombres del tiempo durante generaciones; con un pequeño incremento del error de predicción en el día a día, que ya asumen quienes se olvidan de la contratación de nuevos meteorólogos predictores, sino que el conjunto de la sociedad se encontrará en mayor riesgo durante episodios de tiempo adverso, como lluvias torrenciales y grandes nevadas, en las que se tienen que tomar decisiones de gran calado, para las que ninguna máquina esta preparada, y para las que la voz de la experiencia es vital para poder rebajar un margen de error en el puede haber vidas en juego. Como ocurre con las especies en peligro de extinción del mundo animal, no se las quiere mantener por capricho, sino porque realmente su papel en la naturaleza es esencial para el funcionamiento equilibrado del medio ambiente.
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Climatología en la Historia: La prehistoria
14.07.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO La teoría de la evolución de Darwin indica que las especies que han llegado hasta nuestros días lo han podido hacer porque se han adaptado mejor que sus competidoras a los cambios en el entorno en el que coexistían. Como otras especies más en la Tierra, los homínidos que precedieron al Homo Sapiens también se adaptaron a las condiciones de su entorno.
Uno de los principales motores de cambios en el entorno, si no el más importante, es el clima; de él depende que se cumplan las necesidades de agua de cada ser vivo, y también define si la vida se encuentra dentro del rango de temperaturas que puede tolerar sea vegetal o animal. Así pues, ¿qué proceso ha podido actuar para dar el paso evolutivo hasta nuestra especie? Existen diversas hipótesis, pero todas ellas parten de que formábamos parte de un grupo de especies de simios que trataban de sortear las eventualidades de un clima, que según los estudios de especialistas paleoclimatólogos, se encontraba en continuas oscilaciones, pero en transición hacia menores lluvias y temperaturas en África. No éramos la única especie en adaptación y evolución a estos cambios, éramos solo una pieza más en un ecosistema que cambiaba a gran velocidad, así, en un lapso relativamente corto de tiempo, hace 35 millones de años, se pasó de tener un ecosistema de selva al de sabana en la zona del Rift africano, donde comenzó todo. Este cambio implicó que solo aquellas especies de simio, típicamente arbóreo, que se adaptaron a vivir entre hierbas y matorrales pudieran sobrevivir. Una de las adaptaciones más ventajosas que se produjeron, y que caracterizan a la especie "Homo", es que comenzaron a caminar erguidos sobre sus dos patas traseras, cosa que les permitía mejorar su campo visual y moverse mejor por la sabana.
La influencia de la climatología no termina en el paso de la bajada de los árboles de los simios, también hay hipótesis reputadas que muestran una mayor capacidad craneal y una mayor evolución en las herramientas confeccionadas por las especies de homínidos más desarrolladas, las que incluían carne en su dieta, durante los periodos de mayor adversidad climática. Así, la evolución se exacerbaba en aquellos periodos en los que se dieron mayores variaciones en las condiciones climáticas entre generaciones.
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Las tormentas en el Paleolítico
22.07.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Como dijo Oscar Wilde, «La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse». Y efectivamente, según la Universidad Hebrea de Jerusalén, hace 790000 años nuestro pariente antecesor, el Homo Erectus, comenzó a dar en el valle del Jordán lo que para muchos es considerado el paso clave en la historia de la humanidad, el control del fuego.
Aquí nuevamente entra en juego la meteorología, ya que la principal causa de fuego en la naturaleza es la descarga eléctrica en las tormentas: los rayos. Aún hoy en día es objeto de debate cual es la causa exacta que los provoca, aunque la teoría con más fuerza es la que se propone desde la NOAA, que apunta a que es la presencia de granizo en el interior de una nube de gran desarrollo vertical, la que propicia la separación de cargas positivas y negativas dentro de la nube, provocando la diferencia de potencial eléctrico que garantiza los chispazos en su interior. Todo esto, evidentemente no se lo planteaban nuestros antecesores, solo se dieron cuenta que la carne que cazaban y podían poner al fuego era más fácil de comer y sabía mejor. Es fácil imaginar a aquellos homínidos que probaron la carne pasada por el fuego intentando que éste no se apagara, para así poder disfrutar en la siguiente comida de una pieza de carne que no estuviese cruda. Que tuvieran éxito y controlaran el fuego durante un periodo de tiempo considerable esta claro que a las primeras de cambio no se pudo conseguir, fue la convivencia durante miles de años con este fenómeno meteorológico, que desencadenaba el agua y el fuego, la que determinó una mejor preparación y aprendizaje para mantener la llama viva el máximo tiempo posible.
Aquellos homínidos, sin saberlo, estaban dando un paso que hasta el momento ningún otro ser vivo había dado, la ingesta de carne cocinada en la dieta proporciona mayor energía al cuerpo que la cruda, y eso proporcionaba una ventaja que se llegó a plasmar en la evolución de la especie. Además, el control del fuego ayudó en la estrategia de defensa y caza frente a otras especies, favoreciendo la expansión de los homínidos por el planeta. Aunque con el paso de las generaciones nuestros antecesores desarrollaron las herramientas y la habilidad de crear ellos mismos el fuego, nunca hubiéramos llegado hasta donde estamos sin los rayos de las tormentas.
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Climatología en la historia-El neolítico
30.07.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Nuevamente la meteorología y la climatología se encuentran detrás de la evolución de la especie humana. Esta vez, detrás del paso de la era Paleolítica a la Neolítica, hace más de 12000 años, con la aparición de las primeras civilizaciones. Una civilización no es nada más que una sociedad compleja; diferenciándose de las sociedades tribales de cazadores-recolectores en que, mientras estas se basaban en el parentesco, las nuevas sociedades tenían un modo de vida más sedentario, urbano, con relaciones sociales más abiertas y cooperativas, con un mayor desarrollo de elementos tecnológicos y económicos. Y todo ello, ¿debido a que? A la aparición de la agricultura.
Obviamente las para poder sobrevivir ciudades no nacieron de la noche a la mañana, fue la agricultura y las necesidades de mano de obra y organización las que determinaron que las agrupaciones de seres humanos aumentaran en número. Pero, ¿cuál es la razón por la que se iniciaron las prácticas agrícolas? Aquí es donde entra en acción el cambio climático. La agricultura nació casi de forma simultanea en diferentes lugares del planeta, como respuesta a un cambio climático drástico, el cual se asocia al episodio climático del Dryas reciente o Younger Dryas, el cual supuso un drástico retorno a condiciones similares a las de la glaciación en buena parte del planeta, y por un periodo de unos 1300 años de duración. Ello implicó que la caza y los cereales silvestres, de las que se dependía hasta ese momento, menguasen a valores insuficientes para sostener a la población y que por ello se buscaron métodos alternativos.
Es posible que por entonces ya se conociera el ciclo de vida de las plantas por simple observación. Lo cierto es que los grandes pasos de la humanidad se dan en muchas ocasiones como consecuencia de grandes presiones de factores externos y en este caso, perece claro que, al escasear la comida, se encontró la solución de la agricultura para poder sobrevivir en aquellos reductos más fértiles. Con el paso de los años se fue consolidando como forma de vida, que con la finalización del episodio climático de frío, se expandió por todo el planeta desde los reductos donde había nacido. Desde aquel entonces gran parte de la humanidad ha vivido a expensas de la agricultura y todo como consecuencia de un súbito cambio de clima.
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El nacimiento de Egipto
07.08.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO El nacimiento de las primeras civilizaciones coincide con la llegada, alrededor del año 10.000 a.C., del actual periodo climático: el Holoceno. Se trata de un periodo interglaciar, en el que en sus inicios las temperaturas medias del planeta, muy probablemente, eran superiores a las de la actualidad, entre 0,5 y 3ºC. Puede parecer un periodo de bonanza y clima estable y que por ello se han podido desarrollar todas las civilizaciones que ha conocido la tierra, pero no, se trata de un periodo en el que ha seguido habiendo oscilaciones en las condiciones climáticas, puede que no tan drásticas como las de eras previas, pero sí suficientes como para determinar, directa o indirectamente, el ocaso de diversas civilizaciones.
El nacimiento de la civilización egipcia llegó paralelo al nacimiento del desierto del Sahara. Por un progresivo descenso del aporte hídrico de la estación húmeda en la sabana existente en aquellos vastos territorios, los clanes nómadas de la Sabana Sahariana; que aún no conocían la agricultura, se fueron concentrando en el fértil valle del río Nilo; donde podían seguir con su estilo de vida sin grandes adversidades, excepto las periódicas crecidas del Nilo. No obstante la dependencia del río para su supervivencia implicaba un mayor sedentarismo, y dado que el espacio donde eran posibles los asentamientos era relativamente pequeño, la unión entre clanes y el incremento en las relaciones sociales de estos fue inevitable. Así, con el paso de los siglos se sabe que comenzaron a utilizar la escritura ideográfica y numérica. Además también incorporaron la agricultura a su modo de vida y aprendieron a controlar las crecidas del río. Se desconoce de qué manera llegó hasta el Nilo la agricultura, pero su proximidad con oriente próximo hace pensar a muchos investigadores en la posibilidad de que llegara desde Mesopotamia.
El éxito de los grandes asentamientos y las relaciones inherentes entre estos mismos, por el comercio entre otras razones, implicó que la organización jerárquica trascendiera de los asentamientos hasta la agrupación de los mismos bajo un sentimiento de identidad cultural propia. El hecho de no existir una barrera natural entre el Alto y Bajo Egipto propició que las diferencias culturales se plasmaran en conflictos bélicos que los enfrentaron durante siglos. Finalmente, en el 3050 a.C. el Alto Egipto ganó la contienda y sus reyes, representantes en este mundo del dios Horus (Halcón), iniciaron la dinastía del Egipto unido de los Faraones.
alzimet:
Moltes gràcies per la recopilació, AG!!
Gamboalcoi:
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Cambio climático en la historia: El ocaso de sumeria
15.08.2014 | 05:05
ANTONI RUBIO La civilización Sumeria situaba sus ciudades en las fértiles riberas fluviales ubicadas entre los ríos Tigris y Eufrates, en la región de Mesopotamia en oriente próximo. Se la reconoce como la primera civilización humana, y se piensa que se constituyó como tal incluso con anterioridad a la Egipcia. No obstante, la desaparición de las ciudades que componían la civilización Sumeria llegó mucho antes que en Egipto, de hecho, las excavaciones arqueológicas muestran como en el entorno del 2200aC dichas poblaciones sumerias fueron abandonadas, saqueadas o destruidas. Pero, ¿que ocurrió para que ciudades que llegaron a alcanzar los 30000 habitantes desaparecieran en el transcurso de dos o tres siglos? ¿A que se debió el ocaso de Sumeria?
Parece ser; según teorías como la del Geólogo Estadounidense, Matt Konfirst, que un cambio climático en estas fechas es la causa del fin de esta civilización y la consiguiente desaparición de gran parte de su población. Se ha llegado a esta conclusión después de comprobar los registros geológicos a pie de campo; puesto que hay registros que muestran como aumentaron los niveles de salinidad y evaporación en el Mar Rojo y en el Mar Muerto, también hay pruebas de estratigrafía, que demuestran como los sedimentos de esta época tienen un mayor aporte de arena; que sólo puede ser explicado por una mayor cantidad de polvo en el ambiente, y que únicamente puede ser debido a un proceso de desertización en la zona. Otra prueba contundente la encontramos en Turquía, lugar del nacimiento de los ríos de Mesopotamia, donde se sabe que lagos como el de Van, cerca del nacimiento de ambos ríos, también descendieron abruptamente de nivel.
Para una sociedad basada en la agricultura, la dependencia del agua para poder llevar a cabo sus cosechas es vital para su supervivencia. Hasta aquel momento, los ríos Tigris y Eufrates nunca habían resultado problema para mantener los cultivos de cereales que sustentaban su sistema de vida y economía, pero alrededor del año 2200aC comenzaron a haber problemas de agua y comenzó un periodo convulso en la zona. La sequía se estima que se prolongó durante más de dos siglos, con lo que la civilización sumeria entró en decadencia. Aprovechando la coyuntura, sociedades nómadas mejor adaptadas a este entorno hostil saquearon las indefensas ciudades sumerias, resultando la puntilla final para la primera civilización de la historia de la humanidad.
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Cambio climático en la historia de la humanidad. Los Harappa
23.08.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Mientras que otras civilizaciones como las Mesopotámicas o Egipto, también asociadas a grandes ríos, gozan de amplia documentación y estudios arqueológicos, la civilización de los Harappa, asociada al río Sarasvati, situado entre la actual Pakistán y la India está sumida en un gran misterio. Pese a que se cree que mantenía relaciones de comercio con Mesopotamia y se estima que llegó a suponer un 10 % del total de la población humana del planeta en su cenit como civilización, hasta los años 20 permaneció prácticamente en el anonimato. Una de las razones por las que permanecido en el olvido durante tantos siglos tiene relación con la principal causa de su desaparición: Actualmente se trata de una zona desértica, en la que no existen vestigios visibles del río que mantenía dicha civilización.
En los últimos años, un grupo interdisciplinar de científicos ha estado investigando las razones por las que la primera civilización hindú desapareció hace miles de años. Hasta ahora, la teoría más aceptada era que el río Indo y el Ganges captaron algunos de los afluentes que bajan del Himalaya y que alimentaban el Sarasvati, por lo que este se secó y los habitantes de la civilización Harappa cambiaron su estilo de vida. Pues bien, según las últimas investigaciones de la «Woods Hole Oceanographic Institution» una reducción drástica de la aportación pluviométrica del monzón, hacia el 2000aC, ocasionó que el río se secara poco a poco a lo largo de un par de siglos, con lo que el lugar acusó un rápido proceso de desertización, que ha desembocado en lo que es actualmente. Según sus observaciones de la geomorfología del terreno, demuestran como no existe conexión entre lo que se considera como el cauce viejo del río de los Harappa y el sistema fluvial actual de los ríos Indo y Ganges. Es por esto, y por las evidencias observadas en las excavaciones, que estos investigadores se inclinan a pensar que el río que sustentaba esta civilización no nacía en el Himalaya, sino en tierras más bajas como consecuencia de la regularidad y abundancia de los monzones.
Como sucediera con la civilización Sumeria, una sequía fue la causa del fin de su modo de vida. En este caso, hay estudios que muestran como el declive llevó asociado enfermedades, contiendas bélicas y grandes mortalidades. Pero si esta civilización quedó en la leyenda de los hindúes, fue porque algunos emigraron hacia lugares más fértiles o cambiaron su modo de vida sedentario por otro nómada; puesto que uno de los más antiguos textos que se conservan del mundo antiguo, el Rig-Veda, se nombra su río como uno de los principales ríos, siendo la Diosa Sarasuati la personificación del mismo.
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El clima en la historia. Los hititas
31.08.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO La civilización hitita, situada en la península de Anatolia, tuvo su esplendor durante la edad de bronce hacia el año 1300aC. Cuando competía intensamente con la civilización egipcia por hacerse con el control de la estratégica región comercial de Siria, llegando a poner en jaque en más de una ocasión al poderoso imperio de los Faraones. Pero, ¿qué ocurrió para, solo un siglo después, que semejante civilización colapsara y quedara en el olvido por largos años?
Todas las civilizaciones tienen sus puntos álgidos y sus crisis, de las cuales a veces se recuperan y a veces no, la competencia por el territorio en la edad de bronce tardía era feroz entre las civilizaciones y además, todas tenían un enemigo común; al que se están refiriendo en las últimas publicaciones científicas: La zona se vio afectada por un período de recurrentes sequías, de al menos 300 años, la cual mermó las poblaciones. Tanto el estudio de sedimentos de los diferentes ríos de la zona, como el de pólenes y vegetación indican como las condiciones para la supervivencia de la estructura y organización de las civilizaciones eran muy difíciles. Esto también coincidió con el florecimiento de un nuevo imperio en la zona, el asirio, que aprovecho para dominar el enclave gracias al debilitamiento de hititas y egipcios por sus continuas contiendas y unas peores cosechas.
Privados de la fuente principal de comercio y con graves problemas de sequía, ambas grandes civilizaciones entraron en recesión, en el caso que nos ocupa, los hititas se adentraron en una época muy convulsa en la que fueron sorprendidos por el oeste por los Pueblos del Mar, mientras trataban de rehacerse conquistando el principal enclave comercial de Oriente Próximo, en manos de los Asirios, que parece ser consideraban como única solución para su supervivencia. Caída la principal ciudad hitita en Anatolia y sin capacidad de reacción por la falta de medios a causa de la sequía, la civilización hitita desapareció para siempre como tal.
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Calor de septiembre
08.09.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Estamos en un mes de cambio meteorológico, un mes que transcurre llevándonos del verano al otoño. La razón de ser de este mes es bien sencilla, los días son cada vez más cortos y esto implica, climáticamente, que las temperaturas tiendan a descender a lo largo del mes de forma progresiva. Los registros de series empíricas de estaciones meteorológicas en nuestro querido entorno mediterráneo no hacen más que constatar esta progresión, con unos valores prácticamente veraniegos a principios de mes y unos valores próximos a los otoñales a finales del mismo.
Aunque el tiempo tiene tendencia a repetirse con cada ciclo estacional, los caprichos de la meteorología siempre nos depararán, año tras año, variaciones o anomalías que hacen que nunca haya dos meses de septiembre iguales. Es por esta misma razón, que para determinar las pautas climáticas de un determinado lugar y periodo, necesitamos al menos 30 años de mediciones ininterrumpidas; sobre las cuales se hace un tratamiento estadístico que nos da los valores «normales para la época» y su rango de desviación típica, entre otros muchos valores. Así pues, parece bastante claro que resulta imposible saber a priori la temperatura que hará este mes, y más, teniendo solo en cuenta lo que hizo el mismo periodo del año pasado. Solamente a partir de los datos de una serie estadística larga nos podemos hacer una idea aproximada de, por ejemplo, el calor de septiembre.
Entonces, ¿para que nos sirven los valores climáticos? Pues para hacer planificación a largo plazo de actividades que se puedan ver afectadas por algún fenómeno meteorológico, ya que sabemos cuando es más probable que este se dé. Esta sencilla conclusión, parece que no la tienen muy clara ciertos políticos de la Comunidad Valenciana, que han puesto el inicio del año escolar en unas fechas en las que se suelen dar temperaturas veraniegas, con las consecuencias que esto está conllevando. Por si no era suficiente con esta manifiesta falta de planificación, la justificación dada por Twitter a la decisión que tomaron ha sido en hazmerreír de todo el sector meteorológico valenciano; ya que se citaba un informe de temperaturas de Aemet de septiembre de 2013, suponiendo que dichos valores debían repetirse en el presente mes... Desde AVAMET esperamos que el contenido de este texto pueda ayudar a que no se vuelvan a repetir esta clase de errores en un futuro.
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La caída de los dioses vivientes en Egipto
16.09.2014 | 02:06
ANTONI RUBIO Hace unas semanas hablábamos de la caída del imperio Hitita, que fue favorecida por un cambio climático que también afectó al coetáneo imperio egipcio. Tras la muerte del que se considera el último gran Faraón, Ramses II, Egipto entró en un declive del que ya jamás se recuperó, pero no fue la primera crisis por causas climáticas a la que se había enfrentado. Previamente, en el Egipto de los grandes faraones, hubo un periodo en el que se erigieron las grandes pirámides de esta civilización, fue el periodo de mayor esplendor del imperio, pero colapsó abruptamente hacia el 2200aC, y aunque las dinastías de faraones prosiguieron durante cerca de 2000 años más, nada fue igual a partir de aquella crisis originada por una pertinaz sequía que afectó toda la región y que determinó una ausencia en las crecidas del río Nilo y por tanto un periodo de grandes hambrunas y agitación social.
La unión del antiguo Egipto vino determinada por la creencia en su sociedad de que los Faraones, dioses en vida, eran los responsables de que la normalidad en las crecidas del Nilo. Su éxito como imperio venía determinado por la presencia protectora e intercesora de los Faraones ante los dioses de la eternidad, que les procuraban el agua necesaria para su supervivencia y prosperidad. Este equilibrio se mantuvo así durante cerca de 1000 años, pero según apuntan recientes investigaciones climáticas, las evidencias de sequía observadas para este periodo en los lechos los de los ríos y zonas pantanosas, pudieron ser debidas a una oscilación de la corriente del golfo en el Atlántico, con consecuencias similares a la de la pequeña edad de hielo, es decir, un enfriamiento de las temperaturas en Europa y Norteamérica y un aumento de temperaturas y mayores sequías en Oriente próximo y África Oriental entre otras zonas.
La consecuencia de esta hambruna por la pérdida de cosechas, a diferencia de otras civilizaciones, no fue su total colapso. En este caso supuso una pérdida de privilegios de las clases más pudientes respecto al pueblo llano. Así, se sabe de la pérdida de la condición de deidad de la figura del Faraón, con un paréntesis en la construcción de grandes pirámides, las cuales nunca se volvieron a construir como antes. Resultado de la revolución social que se produjo, también se observa como las técnicas funerarias y de embalsamamiento ya no volvieron a ser exclusivas para faraones y como la sociedad ya no volvió a estar dividida en estamentos rígidos, sino que había mayor flexibilidad para progresar dentro de la sociedad egipcia. A diferencia de otras civilizaciones, Egipto pasó la criba de la sequía y evolucionó persistiendo como imperio.
Gamboalcoi:
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El esplendor y caída del imperio Romano
24.09.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO El imperio romano dejó un legado cultural a lo largo de buena parte de Europa que ha perdurado hasta nuestros tiempos. Logró la mayor expansión conocida de una civilización en Europa, consiguiendo el control total sobre el mar Mediterráneo durante siglos. La expansión de esta civilización, dominando el resto de culturas en tan vasta extensión, se puede explicar también desde un punto de vista climático, ya que una época de bonanza climatológica ayuda a un menor número de revoluciones, una vez un pueblo ha sido conquistado y. además, también facilita estabilidad a la civilización conquistadora en su comercio y economía. Según estudios climáticos, como los de Ulf Büntgen –del Swiss Federal Research Institute WS- basados en el análisis del crecimiento de los árboles en diversos puntos de Europa; mediante el estudio de los anillos de los troncos, se ha constatado que los veranos en Europa hace unos 2000 años fueron relativamente cálidos y húmedos, caracterizándose por una menor variabilidad en las condiciones meteorológicas, cosa que a buen seguro propició una gran estabilidad en la recolección de las cosechas que sostenían el imperio. No obstante, dicho periodo se truncó bruscamente, según estos mismos registros dendroclimatológicos a partir del año 250 de nuestra era, cuando se inició un periodo en el que hasta el año 600 hubo un considerable aumento en la variabilidad climática y gran pérdida de cosechas, a la que además las sociedades no se pudieron adaptar dada la extrema variabilidad de estas condiciones en periodos cortos de tiempo, décadas o lustros. Toda esta inestabilidad climática desembocó en movimientos migratorios desde el Norte y Este que conllevaron nuevas contiendas, imposibles de contener para los romanos, ni siquiera mediante la diplomacia. Desde el interior de Asia llegaron hacia Europa hordas de Bárbaros, así llamaban en Roma a otras culturas no romanas, entre ellas los Hunos, los Visigodos y los Ostrogodos. El imperio entró en decadencia, los tributos e impuestos destinados a Roma y a su defensa fueron menguando debido a las peores cosechas, además; desde el norte se fueron perdiendo posesiones por una invasión Bárbara que desembocó, en el 410 de nuestra era, con los Visigodos, comandados por Alarico I saqueando por primera vez Roma, casi 800 años después de la última incursión. Roma estaba herida de muerte como civilización, y aunque el imperio Romano Oriental perduro casi un milenio más, a partir de entonces ya nada fue igual.
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La moraleja de los Vikingos
02.10.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO La civilización vikinga, originaria de Escandinavia, fue conocida por todos los pueblos europeos por su ferocidad y piratería en sus conquistas a partir de mediados y finales de la baja edad media, allá por el siglo VIII a X de nuestra era. Su expansión llegó a descubrir para el mundo occidental lugares tan lejanos como Terranova, en Canadá, Groenlandia o Islandia; o atemorizar a los poblados marítimos en el Mediterráneo. Una de las teorías por la que se piensa que se expandieron desde el norte de Europa lo asocia a un exceso de población en el medio rural escandinavo, por un exceso productivo en sus cosechas, este hecho, junto con el momento y causas del declive de esta civilización, dan a pensar de que la razón por la que floreció y se expandió esta cultura fue un evento climático conocido como «el óptimo medieval».
El óptimo medieval fue un periodo de clima anormalmente cálido en el Atlántico Norte entre el año 800 y 1300 de nuestra era, que concluyó con la llegada de la «Pequeña edad de hielo», que recrudeció los inviernos en Europa. Durante el óptimo Medieval en las Islas Británicas y otros lugares de similares latitudes del norte de Europa se cultivaban especies típicamente mediterráneas, como la vid y el olivo. Este periodo, justo coincide con el de mayor influencia de los Vikingos, que le dieron el nombre de «Tierra verde» a lo que actualmente es el desierto de hielo de Groenlandia. En este lugar coexistieron de forma belicosa con los Inuit, los cuales, sin ganar contienda bélica alguna, consiguieron seguir habitando estas tierras aún hasta la actualidad, a diferencia de los Vikingos, que la abandonaron precipitadamente pocos siglos después de llegar. La explicación a esta diferencia la encontramos en las costumbres de ambos pueblos, los vikingos dependían del cultivo y ganado, tal y como era su costumbre en Escandinavia, mientras que los Inuit eran –y son- un pueblo cazador recolector especializado en estas latitudes, por ello, cuando bajaron las temperaturas con el acercamiento de la pequeña edad de hielo los Inuit quedaron nuevamente solos.
La moraleja que nos deja la experiencia de los Vikingos es que no se puede fiar la existencia de ninguna civilización a la bonanza de un periodo climático, que las condiciones climáticas siempre están sujetas a cambios, con transiciones que se pueden dar en periodos inferiores a la década de duración, por lo tanto, tenemos mucho que aprender de los Inuit, para tratar de entender mejor el cambio climático continuo en el que nos encontramos y ser un poco más razonables en la gran civilización globalizada en que todos habitamos.
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Esplendor y caos en centroamérica: Los Mayas
10.10.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO La cultura Maya habitó y progresó como civilización durante miles de años en la región centroamericana de Yucatán y sus proximidades. Durante todo ese periodo construyeron grandes monumentos, que han llegado hasta nuestra época, y desarrollaron unos conocimientos sobre astronomía y medición del tiempo que hasta hoy en día nos sorprenden. Es cierto que sufrieron altibajos, en los que diferentes ciudades tomaban el papel de ciudad preponderante, también existieron rivalidades entre los propios Mayas, además de cambios en el sistema de organización sociopolítica, pero ninguno de ellos fue suficiente como para desestabilizar la región de tal manera, que esta cultura abandonase sus ciudades y disgregaran su legado cultural fuera de su proveniente Yucatán, cosa que pasó entre los años 800 y 950 de nuestra era.
¿Qué pasó para que los mayas tuvieran un impacto tan traumático en su modo de vida y que abandonaran sus ciudades? Esta enigma se viene planteando desde hace mucho tiempo y para solventarlo existen varias teorías, una de ellas, que hace poco fue publicada en la revista ´Science´, habla de la influencia que un cambio climático tuvo en la región, propiciando sequías durante más de un siglo pudiendo ser la causa del colapso Maya. Sus estudios, basados en la sedimentación de estalagmitas en cuevas de la zona y en mediciones de las características de pequeños lagos de la zona, han concluido que la carencia de tormentas estivales fue la principal causa de un cambio en las condiciones del entorno en el que habitaban los mayas. Una carencia de este tipo puede parecer poco importante, pero a efectos prácticos sí que es factible que resultara fatal para la cultura maya, ya que no hay otras fuentes de agua equiparables a las tormentas del verano que, como comenta el autor de este trabajo, el profesor Rohling: «fue la estación principal para el cultivo y el reabastecimiento de los sistemas Mayas de agua dulce y no hay ríos en las zonas bajas de la Península de Yucatán. Trastornos sociales y el abandono de ciudades son consecuencias probables de escasez de agua, especialmente, ya que parece haber ocurrido una repetición rápida de sequías de varios años de duración».
La cultura Maya se disgregó, pero no desapareció, de hecho su legado cultural ha llegado hasta nuestros días y no solo a través de sus ruinas arqueológicas. A diferencia de los vikingos en Groenlandia, los mayas llevaban miles de años viviendo en la misma zona, y pese a esto también una pequeña fluctuación climática fue suficiente como para sembrar el caos y concluir con su esplendor. Lo que no se sabe es si ambas civilizaciones fueron perturbadas por diferentes vertientes de un mismo cambio climático.
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La meteorología y el fracaso de la armada invencible
18.10.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO Nos encontramos en 1588, los acontecimientos se suceden y el gran Rey hispano, Felipe II, parece dispuesto a dar cumplimiento a los designios del Vaticano; que confía en el poder militar de su imperio para frenar la expansión del anglicanismo como religión en Inglaterra. El plan es sencillo, utilizar una gran armada naval para escoltar y proteger sus tropas de élite –los tercios- que ya se encuentran destacadas en Flandes, prestas para el combate en Inglaterra. El plan no es ni mucho menos descabellado, ya que venciendo la oposición de la armada naval inglesa, el estado de crisis interna en el que está el reinado de Isabel I, convierte la incursión de estas tropas en un escenario muy favorable para los intereses de Felipe II y el Papa, hecho que sin duda podría hacer cambiar el curso de la historia.
Pero, ¿qué ocurrió para que finalmente no tuviera éxito dicha empresa? Pues fue un cúmulo de circunstancias, de entre las cuales la meteorología forma una parte importante del fracaso de la incursión. De hecho, se dice que Felipe II pronunció la siguiente frase célebre al conocer la derrota: "No mande mis naves a combatir contra los elementos". Lo cierto es que también hubo errores de coordinación y logística graves, pero aún así no le faltaba razón en su afirmación. Pese a que la armada partió de Lisboa cerca del verano, un 20 de Mayo, las condiciones meteorológicas ya no eran buenas y obligaron a la armada a volver a puerto en A Coruña, de donde partieron a 22 de julio, por aquel entonces ya estaban preparados para la defensa los buques Ingleses, más ligeros y maniobrables para las condiciones del Atlántico Norte. Pese a ello, por encontrarse a finales de julio, la brisa mar-tierra al sur de Inglaterra se sabe que era un impedimento para los barcos ingleses a la hora de salir de puerto, y justo cuando llegó la armada invencible algunas voces en la misma se dirigieron a su comandante, el duque de Medina Sidonia, para proponer aprovechar esta ventaja estratégica. Pero los planes no eran esos, el mandato de Felipe II era claro, evitar la confrontación hasta juntarse con las fuerzas de Flandes en Calais, cosa que nunca llegó a suceder.
Una vez perdida esta oportunidad el tiempo cambio de nuevo y el hostigamiento inglés bajo malas condiciones meteorológicas dispersó la armada en pequeños grupos partiendo desde el puerto de Calais. De donde escaparon obligados por un ardid de los ingleses –que lanzaron buques en llamas sobre la flota amarrada- Por ello tuvieron que rodear las Islas británicas por el norte bajo un gran temporal que hizo zozobrar y encallar a una parte importante de los 100 navíos que se malograron y las 20000 personas que perecieron en tal empresa. Esta derrota marcó un antes y un después en la historia de ambos contendientes, ya que supuso un punto de inflexión para los ingleses y un golpe anímico para Felipe II y su imperio; y fue la meteorología, como en muchas otras ocasiones en contiendas bélicas, la que determinó en buena medida el curso de la historia.
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Los tres jinetes del Apocalipsis del Medievo europeo
26.10.2014 | 04:15
ANTONI RUBIO En el siglo XIV, Europa vive momentos de esplendor demográfico, las buenas cosechas se suceden y el sistema feudal se ve presionado por la clase burguesa de comerciantes, que pide reducciones de tributos y mejores condiciones para comercializar excedentes de producción, conseguidos por la mejora de las técnicas agrícolas. El periodo climático del óptimo medieval se encuentra en su cénit, pero todo está a punto de cambiar rápidamente. Los primeros efectos de la pequeña edad de hielo se hicieron notar en Europa, casi de forma solapada, con el fin del periodo cálido que le precedió, y sumió al continente en un periodo de crisis en el que tres de los jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra y la muerte, campaban sembrando el terror de los pobladores europeos.
El cambio climático llegó rápido y sin aviso. Bastaron un par de veranos de tiempo frío y lluvioso, 1315 y 1316, para que la mayor parte de las reservas de grano se acabaran y el drama se apoderara de los campesinos europeos con el primer jinete negro, el hambre. Pocos años después, el segundo jinete llegaba a través de las rutas comerciales desde oriente y el Mediterráneo, con una de las peores pandemias que haya sufrido la humanidad: la peste negra. Debido únicamente a esta enfermedad, se estima que se malogró una tercera parte de la población europea; además, solo seis años fueron suficientes para que se expandiese por casi todo el continente. Este escenario atrajo el tercer caballo del Apocalipsis, la guerra, episodios bélicos como la guerra de los 100 años en Francia y otras contiendas fueron consecuencia de la desestabilización del orden feudal.
Las causas de toda esta gran crisis las encontramos en el súbito cambio de clima propiciado por el periodo que se ha denominado «pequeña edad de hielo», para el que dos factores pudieron haber sido los desencadenantes: por una parte, la actividad volcánica en el planeta, que pudo contribuir a un cambio de clima tan abrupto; por otra parte, también se sabe que en esas fechas hubo un acusado mínimo de actividad solar, conocido como el mínimo de Maunder, capaz de facilitar el frío que acaeció. Por su parte, parece más claro, según distintos estudios, que el patrón meteorológico en esta época estuvo marcado por una circulación atmosférica con mayores ondulaciones en las ondas de Rossby y mayor presencia de anticiclones de bloqueo en Escandinavia, Groenlandia y Rusia.
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